viernes, 28 de octubre de 2011

DAY ON GREEN 2011: De cómo los grupos que nadie conocía lo dieron todo, y los conocidos no

Por: Julia Falero (Twitter: @ jf_musica)
Fotografías: Javier Cortecero Pérez

Day On Green es un nombre que ha sonado mucho estos días en Salamanca. Incluso los que ni siquiera saben qué es, han oído hablar de él.
El Day On Green fue una propuesta arriesgada: un todo-o-nada. La prueba definitiva para saber si, en Salamanca, merece la pena hacer eventos de este tipo. Aunque era verdad que el precio era un tanto abusivo, las expectativas estaban por todo lo alto. Quizá este evento sea el más grande que una pequeña ciudad como la nuestra, con fama de escasa cultura musical respecto a otras ciudades, pueda albergar por el momento. Todo un experimento.
Sin embargo, puede que las expectativas estuvieran demasiado altas. Rozando las nubes.
A pesar de que en ciertos aspectos fuera un éxito, es cierto que flaqueó en otros. Yo diría, mirando por encima, que hubo unas 2000 personas, o menos. Madre mía. Esto es mucha gente, claro. Si no fuera porque el aforo era de más de 6000 personas. Ahí la cosa cambia.
Llegué a las 18:30. Estaba preocupada, me había perdido ya dos conciertos y no había podido llegar antes.
Sin embargo, cuál fue mi –desagradable- sorpresa cuando entro y veo que casi no hay gente. No llegarían a las 100 personas. Un completo desastre. Los conciertos todavía no habían empezado. Más de dos horas de retraso. ¿Qué consecuencias trajo esto? Los grupos que abrieron el festival –Lex Makoto, The Leadings y Estereotypo- tuvieron que acortar considerablemente sus conciertos para que los cabezas de cartel, Dorian y Lori Meyers, actuaran a la hora programada y sin tener que acortar nada. Es lo que tiene la fama, la injusticia. Por supuesto, es una buena estrategia, ya que el 80% de la gente que fue al festival acudían únicamente a ver a estos dos grupos. Una auténtica pena, porque, sinceramente, fueron esos dos conciertos los que más dejaron que desear (en sí estuvieron bastante bien, pero si los comparamos con los demás, la cosa cambia).
Estereotypo
 El festival abrió sus puertas con los salmantinos/madrileños Lex Makoto. Haciendo gala de una energía tremenda, acompañando con fieros acordes los gritos del cantante –y su momento baile a lo Ian Curtis-, llenaron el –mucho- espacio libre del público con puro rock americano. A pesar de que casi no había gente, lo dieron todo. Siendo conscientes de que eran el contrapunto del festival –estaban en un ambiente “indie”, y ellos no lo son-, rompieron las fronteras de las expectativas programadas y dejaron al público curioso con la boca abierta. Momento cumbre: el bajista baja del escenario y, acompañado por el guitarra, se mezcla con el público. Se cae de espaldas y, mientras sigue tocando el bajo, se vuelve a levantar como si no hubiera pasado nada. Impresionante. En mi opinión, éste fue el mejor concierto del festival. Y el que la gran mayoría se perdió. Una pena.
A continuación, con un poco más de público, tocaron The Leadings. Con un estilo electrónico –electropop-, disco, a lo new-rave, hicieron mover el esqueleto a todos los allí presentes. Comenzó el juego de luces en el escenario, y los vídeos en los paneles. El ambiente tomó forma, un pequeño adelanto del ritmo que cogería el festival a lo largo de la noche. Estaba claro que su misión era poner a tono a la audiencia, y lo consiguieron. Con un final tremendo en el que la gente no podía dejar de bailar, el cantante se despide tirando su toalla al público. 6/10.
Y salen al escenario Estereotypo –indie-rock-. Con tres integrantes, fueron los que más me sorprendieron. Con un directo original y fresco, hicieron disfrutar a las más de 100 personas que tenían de público como enanos. 
El guitarra y el bajo demostraron sus dotes de baile y sincronización deleitándonos con un baile robotizado en mitad de una canción; y, con un impresionante juego de luces, terminaron su concierto de forma especial: mientras el batería esperaba congelado en una postura un poco incómoda –los brazos levantados y las baquetas cruzadas-, el guitarra y el bajista desaparecieron. Volvieron al escenario poco después con tres pelotas azules gigantes, que lanzaron al público enloquecido. Para mí, el mejor espectáculo de la noche.
Dorian
A continuación, llegó el momento que muchos –insisto, muchos- estaban esperando: Dorian salió al escenario y dio su concierto. El aforo estaba considerablemente más lleno. Podría dejar de escribir aquí, porque fue todo lo que hicieron: tocaron sus canciones, y ya esta. Un concierto en el que dio más el público –al que tenían ganado mucho antes de salir- que el grupo. Aunque el momento cumbre fue al tocar su famoso tema “A cualquier otra parte”, dejaron bastante que desear. Buenas canciones, pero ahí lo que contaba era el directo. Y el listón estaba muy alto.
Y cuando terminaron, tocaron Lori Meyers, el otro gran grupo esperado de la noche. Su concierto fue parecido al de Dorian, se nota cuándo un grupo sabe que el público está ahí por ellos y no sienten la tensión de tener que ganárselos a pulso. A pesar de mis palabras pesimistas, el concierto no estuvo tan mal como lo pinto. Estuvo bastante bien. Al final, en pleno ataque emocional, el cantante se quitó la camiseta dejando a las fans sin respiración. Eso es lo más destacable del concierto.
No me voy a extender más. El resto del festival me abandoné a las –muy caras- cervezas, y  dejé en una esquina, olvidada, mi faceta de reportera. Qué poco profesional.
Lori Meyers
 Si os preguntáis porqué he hablado tan poco de Dorian y Lori Meyers, lo siento. Es un artículo de opinión, en un mano-a-mano con la objetividad y la subjetividad, y sus conciertos no me gustaron. Prometo que, a la siguiente, lo cuento mejor.

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