Por Julia Falero Morente
Sin embargo, cuál fue mi sorpresa cuando, la noche de ayer, miércoles 14 de septiembre, al pasar por casualidad cerca de la Plaza Mayor, llegaron hasta mis oídos unos acordes que poco se parecían al pop-rock que ya tenemos bastante asimilado.
Acercándome al escenario, para ver mejor, éste era el panorama: cuatro chicos, bajo, violín, y dos guitarras acústicas, plantando cara al público con una energía digna de admiración, y un batería semiescondido en la parte de atrás -que, sin embargo, destacó en el solo al presentar los miembros de la banda, al final del espectáculo-.
El grupo del que hablo es Inblauk, unos salmantinos que ya tienen un disco en el mercado ("Wild Way", 2010).
Inblauk suena a desierto, a salvaje, al más puro country del oeste americano. Los chicos aparecieron en el escenario con sombreros de cowboy, haciendo gala de una destreza envidiable con sus respectivos instrumentos.
En un principio, el acústico del grupo recuerda a los vallisoletanos Arizona Baby, pero añaden a la fórmula un estilo country-rock y la voz grave del cantante que da como resultado un estilo poco difundido en el panorama musical español de la actualidad.
El líder de la banda deslumbró por su dinamismo y pasión, quitándose la camiseta -desde luego, complejos no tiene- en mitad del concierto y bajando del escenario, para mezclarse con el público, en el final del espectáculo. También destacó el violinista que, a pesar de su juventud, manejaba su instrumento con una soltura inigualable.
A pesar de algunos problemas de sonido, el espectáculo fue bien recibido por el público, formado por algunos devotos del grupo y otros curiosos que pasaban por la plaza.
A continuación, tocaron Nubes de Malta, pero ellos ya son otra historia.
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